Si me buscás, tengo que empezar por el final
Mientras terminaba la primera versión de mi novela, empecé a escuchar en loop “Testigos” de Delfina Campos. Este texto es el resultado de ese cruce.
Acerca de mí y mi sitio: Una cierta sabiduría es mi espacio personal de verborragia. Soy guionista, directora de cine, y estoy explorando otras formas de escribir. Es por eso que acá mezclo ensayo, chisme, teoría e introspección a lo diario íntimo. Si te gusta cómo escribo, ¡suscribite! Y seguime por mis otras redes: Instagram, Tik Tok, donde verás más contenido sobre mí y mis talleres de escritura en Villa Crespo, CABA, Argentina. También realizo mentorías y supervisiones de textos individuales. Consultame.
Este texto busca llevarlos por el viaje introspectivo y literario hacia lo que significó terminar la primera versión de mi primera novela esta semana. En ese proceso, la canción Testigos, de Delfina Campos, cumplió un rol fundamental. Así que, si quieren subirse a este viaje conmigo, lo primero que les propongo es escuchar la canción y leer la letra. Todo el disco Películas Perdidas es fabuloso, porque está lleno de fábulas.
En los noventa, cuando llegó la primera computadora a casa, me enamoré del Word. Al principio, mamá y papá escribían los cuentos que yo les dictaba y más adelante empecé a hacerlo por mi cuenta con una caligrafía muy fea de principiante que nunca evolucionó con los años. Con la era digital, la posibilidad de escribir ficción era accesible y relativamente rápida. Fue así que, mientras otros chicos cargaban juegos de computadora almacenados en disquettes… bueno, yo hacía eso también, pero además pasaba la mayor parte del tiempo escribiendo inicios de novelas o cuentos en Word.
Me enamoraban los inicios. Luego, siempre abandonaba el material. No por vagancia, sino porque no sabía qué hacer después de escribir un comienzo. Lo cual tiene sentido cuando sos una niña: todo lo que conocés de la vida es, efectivamente, su comienzo. En fin, estoy disgregando de nuevo.
Es lunes. Me quedan solo unas diez páginas de avance puro hacia el final de la novela. Quiero decir que me falta corregir; pero, al menos hoy, llego a esa meta: la primera versión. Tanto con mis otros guiones como con esta novela, el gesto de tipear esas tres letras que forman la palabra “fin” contiene una cierta épica personal, más allá de que luego tenga que corregir o editar. Me hace sentir más grande, más sabia, más adulta.
La canción de Delfina Campos1 empieza así:
Si me buscas tengo que empezar por el final
Ya sé lo que no das
Canta Delfina de fondo, en una canción que parece salida del coming-of-age que espero algún día poder escribir. Lo dice una sola vez en la canción, pero una y otra vez en loop en mi departamento. Entre café y café, escucho esa paradoja2 y no la entiendo nunca, pero siempre me sorprende por elusiva, como una punta de iceberg de un relato profundo. ¿A quién o qué le canta? Imagino la escena. Dos personas en un encuentro, despedida, o poniendo en palabras un fin. Asumo que quiere decir, por omisión, “si me buscás, no deberías, y voy a explicar por qué empezando por el final de aquello que ocurrió”.
Sigo avanzando con mi novela, ya me quedan cinco páginas, calculo, pero luego me doy cuenta que son al menos siete más. Falta poco, pero a medida que avanzo, ese final se extiende. No quiero apurarlo. Me angustia mucho el tema del cierre: por todo lo que cuesta, por todo lo que implica cerrar, por la entrega del recorrido, por tener que hacer valer el resultado, para que ese punto de llegada valga la pena, para que exista alguien del otro lado que me quiera leer. Me angustia también la frase “una obra terminada es una obra abandonada”, porque no me gusta la idea del abandono como algo necesario. Nunca suelto ningún proyecto hasta que me gana por hartazgo: siempre reviso, siempre edito hasta que se me secan los ojos. Mi mente es igual: nunca termina de soltar ningún tema, hasta que se harta. Siempre revisa, siempre edita, hasta que se le secan los ojos.
Sigue la canción. Dice así:
Todo al revés
Llegaste hoy pero te fuiste ayer
Sabés que voy a hacer
La canción ya tiene dos paradojas: primero, “Si me buscás, tengo que empezar por el final”; ahora aparece “Llegaste hoy, pero te fuiste ayer”. No puedo dejar de buscarle una concatenación temporo-espacial a esas dos frases. Quiero construir la escena, para poder verla mejor, más allá del subtexto. La novela y el café me están haciendo enloquecer, volviéndome productiva donde no debería: en metáforas. Lo más lógico es que la canción sea una especie de desahogo frente a alguien. ¿Dónde están? ¿Qué imaginan como escena quienes escriben las canciones?
No hago nada
No siento nada
No pasa nada
No hago nada, no siento nada, no pasa nada. La figura literaria que utilizan estos versos se llama anáfora. Una repetición, nada nada nada (lo googleo porque en verdad no sé tanto de literatura como simulo saber). No hago nada, no siento nada, no pasa nada. Es como decir, pausada, disociada, e inalterada. Quizás sea un hilo de acciones: ella no hace nada, es decir, no va a buscar a esa otra persona; descubre así que no siente nada; por lo tanto entiende que no pasa nada si no quedan testigos de aquello que fue. Pienso en los estados de parálisis, voluntarios o no. La obsesión por moverse, por hacer esfuerzos, por terminar cosas o por empezarlas.
Acá me surge la pregunta del tiempo y la canción. Si esto ocurre en esa escena de encuentro o desencuentro, o si el tiempo es otra cosa para esta letra.
No hay más testigos
Queda muda la ciudad
No hay nada atrás
Que mal, ya ni tenemos ganas de llorar
No hay nada atrás
El escenario es catastrófico. Una ciudad muda es una ciudad sin actividad humana; una demolición absoluta y silenciosa, lo cual indica que fue rápida la destrucción. Una película de Sci Fi adentro de una canción sobre vínculos. La ciudad muda también podría ser una mente callada; lo digo porque se me viene a la mente una conferencia de prensa en la que Mike Tyson se señala la cabeza con el dedo índice y dice, aludiendo a su propia mente: "Quiero quedarme solo en este barrio, y es peligroso quedarse solo en este barrio que está acá arriba, [el barrio] quiere matar todo, también quiere matarme a mí."3 Una mente que es barrio, o que es ciudad, y que queda muda.
Te pido que no te des vuelta
Que sigas caminando
Que cierres la puerta
No quiero preguntarte, ya sé la respuesta
No dice nada
Me hidrato los ojos con mis gotitas mágicas, y sigo: falta menos para dar por cerrada la noche. Las siete páginas ahora son cinco, y ya sé cómo sigue la historia, así que el fin está cerca. Son los últimos metros, los últimos renglones.
Me abruma pensar lo vulnerable que es toda la escritura que coquetea entre lo personal y lo ficcional. La realidad es que quiero ser encontrada por el final, por el extremo de la lectura, y quizás le pasa lo mismo a la voz autoral de Testigos. Todo este tiempo asumí que en esa canción había un otrx, un destinatario, pero bien podría no haber nadie más, como declara la propia letra. Bien podría estar hablándose a sí misma, como lo hace un texto que escribe sin saber si alguien lo va a leer, como me está pasando a mí con este mismo ensayo. Quizás Testigos no sea una canción sobre un vínculo, sino una canción sobre escribir canciones: sobre esa ambivalencia entre el deseo de que alguien llegue hasta el fondo y vea lo más íntimo - un oyente o lector que te busque por el final de lo que escribís - y la tensión permanente con que eso suceda, a veces prefiriendo incluso que pegues la vuelta como oyente.
A quién engañar con lo que digo… escribo esto para que alguien lo lea. O sino, ¿por qué? Quizás nomás esta fue una noche demasiado larga y sinuosa y necesito morirme en una cama. Tipeo la palabra FIN y cierro la laptop.
Encontré en esta canción una especie de espejo, guía o testigo. Me gusta escuchar esta canción de esa forma ahora: como si me dijera algo sobre mí misma.
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Autores de “Testigos”, según Spotify: Delfina Campos, Gastón Porro, Herán Ortiz, Juana Aguirre, Nahuel Barbero, Nico Landa
hermoso texto<3 viste q delfina campos tocó en el centro cultural recoleta hace poco?
Maravillado con este texto. Puede ir visualizando como los caminos de la canción y tu escritura de guión se daban en paralelo, espejándose por momentos.
Cuan importante es poder llegar a un final (o primer final) de un proyecto, eso que te impulsa a poder seguir creando, no? Éxitos con tu guión!